domingo, 10 de abril de 2022

Rubén Darío y la guerra civil en España

     Veinte años llevaba ya Rubén Darío en su tumba en la catedral de León, cuando fue llamado a levantarse y a luchar en la guerra civil española de 1936. Ramiro de Maeztu (ensayista, novelista, poeta, crítico literario y teórico político español, que fue un impulsor del concepto de hispanidad, referente para toda una escuela de pensamiento reaccionario en España), ya lo había alistado en el campo de la derecha española cuando, en su libro Defensa de la Hispanidad publicado en 1934, lo ensalzaba como la figura que permitió una superación del sentimiento antiespañol que había dominado en las antiguas colonias a lo largo del siglo XIX: "Sólo por un milagro podían [los hispanoamericanos] volver los ojos con afecto hacia la madre patria. Ese milagro se llamó Rubén. En efecto, el que era hasta 1898 "el más antiespañol de los escritores de América" —el poeta del "galicismo mental" que dijera Juan Valera— reinstituyó España en el mapa intelectual de las Américas con ese puñado de poemas de sus Cantos de vida y esperanza, y notablemente con su "Salutación del optimista", que era —según Ramiro de Maeztu— el "único himno hispanoamericano que tenemos".

Y continuaba diciendo: “Si un instinto de salvación nos quisiera mover a preparar el espíritu de las nuevas generaciones para la defensa de las tierras hispánicas, no habría ceremonial en que no se recitaran las mágicas estrofas:

¡Inclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda,

espíritus fraternos, luminosas almas, salve!

Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos

lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos;

 También la izquierda, ya derrotada, desorganizada y en el exilio, supo aprovechar esta aparente afinidad de Darío con la línea política de los vencedores para cumplir sus objetivos de comunicación y propaganda. Cuenta Almudena Grandes en su trilogía novelada sobre la guerra civil española que, en 1940, ya terminada la guerra, cuando las líneas de comunicación de los partidos de izquierda estaban devastadas y no había apenas resquicios por donde hacer llegar a las bases perseguidas y silenciadas de los partidos de izquierda, que permanecían en el interior del país, las consignas provenientes de la dirigencia que estaba en el exterior, hubo que improvisar y habilitar algunos medios ingeniosos para introducir en España esos mensajes. Para ello algunos marineros, simpatizantes de los partidos políticos proscritos en España, llegaban a los puertos de Bilbao desde Nueva York y La Habana con devocionarios y libros de poemas de Rubén Darío, en los que se aprovechaba la letra pequeña de las explicaciones a pie de página para hacer llegar a las bases locales de los partidos noticias y proclamas, ante la mirada benévola de la aduana y la censura franquista.

Puede parecer algo ingenuo o trasnochado, pero yo viví una experiencia, treinta años después, que puede servir para contextualizar esta situación. Regresaba desde Francia en el otoño de 1974, pasando por la frontera de Irún. El país vasco se hallaba en estado de excepción y llevaba conmigo
un libro que había comprado en París, y que no tuve tiempo de leer, titulado: “Opus Dei, origen y desarrollo de la Santa Mafia”. En ese entonces apenas sabía que era el Opus Dei, y supuse que menos aún lo sabría la Guardia Civil. Pero vieron el libro, registraron durante dos horas el vehículo en que viajaba y al fin me dejaron marchar, no sin reconvenir mi proceder, gracias a un carnet de empleado de Telefónica que siempre llevaba conmigo, porque en aquel tiempo era un buen salvoconducto. El detalle del libro que despertó sus alertas fue que estaba editado por “Ruedo Ibérico”, la editora adscrita al Partido Comunista de España.

 

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