lunes, 25 de julio de 2022

La carta perdida de Rubén Darío

      Sonó el smartphone avisando de que había entrado un mensaje de whatsapp. Lo abrí y vi que era de don Santiago Fajardo (ya he hablado de él en otro artículo de este blog), contenía dos fotos, con el anverso y el reverso de una carta enviada en 1952 por el Banco Nacional de Nicaragua a Rubén Darío Sánchez y un mensaje de texto alentándome a buscarle una explicación, considerando que estaba dirigida a una persona que había fallecido cuatro años antes, en 1948.

 Una carta circulada aporta información relevante sobre el remitente y el destinatario. Se puede descubrir, o al menos intuir la relación que había entre ellos, qué motivos tenían para comunicarse, qué estaba sucediendo en ese momento de la historia, qué medios se habían utilizado para enviarla. Si había urgencia en la comunicación o si se había personalizado el envío. 
Solo en el sobre suele haber elementos suficientes para llegar a algunas conclusiones. Basta con hacer las preguntas pertinentes. Y éste era además hermoso (aquí se pueden ver las fotos que recibí), así que no pude resistirme a aceptar el reto. Lo examiné, poniendo atención en descubrir cualquier detalle que pudiera explicar el error. También había que descartar que no se hubiera manipulado con el fin de lograr una buena falsificación (En Nicaragua, cualquier cosa relacionada con Rubén Darío se cotiza bien).

Los sellos y matasellos se correspondían con la fecha del envío. El sobre tenía impreso el membrete original del Banco Nacional. Se podía afirmar que había sido circulado, ya que en el reverso puede verse el sello de entrada en Inglaterra, apenas cinco días después de ser despachado en la Administración de Correos en Managua. Por la disposición de los matasellos respecto a otros elementos del sobre, es evidente que la carta fue enviada vía aérea, By North Atlantic Air Service, mientras el regreso lo hizo vía marítima (ya era una carta devuelta a su origen, por lo que había perdido su carácter de urgencia), en un Clipper (embarcación a vela de formas alargadas y estrechas, de tres o más mástiles, y caracterizada por su alta velocidad). Fue en Londres donde añadieron a máquina VIA CLIPPER.

El destinatario es Rubén Darío Sánchez, el hijo que tuvo Darío con su compañera española Francisca Sánchez. Se dirigen a él con el título de Ministro de Nicaragua en Londres, radicado en el apartamento 58 de Chesterfield House, en Chesterfield Garden, Londres.

En ninguna biografía de Rubén Darío Sánchez consta que haya ostentado una representación diplomática de Nicaragua. Ese era el primer dato que debía contrastar. Con ese propósito consulté los archivos de la Asamblea Nacional, que afortunadamente están digitalizados y son de acceso público. Si había ostentado algún cargo diplomático tenía que haberse registrado el nombramiento en la Gaceta oficial. Pero entre los años 1940 y 1948, año de su fallecimiento, no había ningún registro que así lo atestiguara.

Indagué entonces sobre la dirección en Londres, ya que cabía la posibilidad de que todavía se mantuviera allí alguna sede diplomática de Nicaragua, tal vez un consulado honorífico donde pudieran darme alguna razón. El edificio es un inmenso inmueble de nueve plantas y más de 120 apartamentos, construido hacia 1938 en el lugar donde hubo antes un antiguo palacio londinense. En la información disponible sobre el edificio no se hacía mención alguna sobre una sede diplomática.

Volví a examinar las fotos, buscando algún pequeño detalle que en anteriores exámenes me hubiera pasado desapercibido. El sobre estaba abierto con un corte limpio a lo largo de la parte superior, el tipo de corte preciso que produce un afilado abrecartas. También caí en la cuenta de que la dirección estaba escrita de una sola vez con la misma máquina de escribir, salvo el apellido Sánchez, que parecía añadido posteriormente, como si hubieran vuelto a introducir el sobre en el rodillo de la misma máquina o de una similar, a juzgar por el tipo de letra, aunque la cinta tenía menos tinta y el volumen de las letras era más suave. Además, estaba claramente inclinado hacia la derecha y en una composición irregular. Era como si, cuando mecanografiaron el sobre, escribieron Sr. Rubén Darío, y luego alguien se dio cuenta de que no bastaba para identificar al destinario y añadieron posteriormente el apellido Sánchez, sin advertir que éste había fallecido cuatro años antes.

¿Y si en realidad a quien iba dirigida la carta era a Rubén Darío Contreras, el primer hijo de Rubén?

Con ese pensamiento en la mente y mucha fortuna en la búsqueda, encontré un artículo publicado en el periódico colombiano El Sol, el 8 de junio de 2020. Se trataba de una entrevista realizada por Carlos Javier Jarquín a uno de los bisnietos de Rubén Darío, Martin Katz Darío, en la que refiriéndose a su abuelo Rubén Darío Contreras, afirma literalmente “… siendo diplomático de Nicaragua en Argentina y luego en Londres …”.  También en la nota necrológica que publica el diario La Nación de Buenos Aires, donde falleció en 1970, se afirma que en 1940 fue nombrado ministro pleniponteciario de Nicaragua en Argentina, cargo que posteriormente ocupó en Chile a partir de 1948 y en Gran Bretaña desde 1952.

Había encontrado un dato significativo, pero aún necesitaba algo más para confirmar mi intuición.

Decidí investigar las siglas C.M.U. que en la carta aparecen escritas a máquina debajo del membrete del Banco Nacional de Nicaragua. Hallé que corresponden a la Compañía Mercantil de Ultramar, creada en 1940 como oficina anexa del banco, una agencia encargada de facilitar la exportación de productos nacionales. Hablé con Rubén Darío Lacayo, bisnieto por línea directa del eximio poeta y me confirmó que, entre los documentos que la familia guarda de su antepasado Rubén Darío Contreras, hay varios sobres similares.

Era el momento de preguntar a don Santiago Fajardo cómo había llegado esa carta a sus manos, sin advertirle previamente de lo que había descubierto, para no contaminar su respuesta. “Hace cuarenta años que la tengo -me dijo- venía en un abundante paquete de cartas que le compré a un tal Sr. Morales. Era un coleccionista de edad avanzada que me los cedió a buen precio porque desconfiaba del trato que sus hijos dispensarían a la colección cuando el faltase y prefería dejarla a alguien que supiera apreciarla. Ya estaba jubilado. Era contable de profesión y había trabajado casi toda su vida en el Banco Nacional. Recuerdo que esa carta estaba entre otras muchas que tenían como destinatario al banco y procedían de empresas comerciales radicadas en América y Europa”.

Las piezas del rompecabezas empezaban a encajar. Definitivamente el sobre no era falso ni había sido manipulado. Al contrario, tenía una historia.

Mi teoría: La carta era una comunicación entre la oficina central de la Compañía Mercantil de Ultramar, con sede en Managua y la embajada de Nicaragua en Londres. El empleado que mecanografió el sobre no puso los dos apellidos y alguien posteriormente se tomó la libertad de corregirlo. Por el motivo que fuera asumió que iba dirigida al hijo de Darío, Rubén Darío Sánchez. Al llegar la carta a su destino en Londres, en lugar de aceptarla, escribieron “FALLECIDO” con un lápiz azul y la devolvieron sin abrir. Al regresar de nuevo la carta a Managua alguien comprobó en el Banco Nacional el motivo de la devolución y escribió con lápiz negro en la parte trasera del sobre: “murió 28 de julio 1948”. Abrió la carta, extrajo el contenido y guardó el sobre. Es probable que la afición del Sr. Morales por la filatelia fuera conocida por sus compañeros en el Banco (un coleccionista se hace notar por su búsqueda constante de artículos coleccionables) y ese sobre, ya sin valor alguno, llegara a sus manos, como lo hicieron muchos otros a lo largo de los años, y lo incorporó a su colección personal.

Esta es la explicación más sencilla que se me ocurre, pero poniendo un poco de imaginación se puede llegar a construir una historia rocambolesca. Porque en el recorrido que hizo la carta quedan por resolver un par de cuestiones de gran importancia. ¿Quién recibió la carta en la embajada de Nicaragua en Londres y por qué la devolvieron sin abrir? ¿Llegó a las manos de Rubén Darío Contreras? ¿Por qué en la embajada en Londres sabían que Rubén Darío Sánchez había fallecido? Tal vez la respuesta pueda hallarse en la entrevista, antes mencionada, que fue publicada por el diario El Sol. En ella Martín Katz Darío señala que su tía Eloísa Darío Basualdo era la asistente de su padre durante su estancia en Londres. ¿Sería ella quien recibió la carta y tomó la decisión de devolverla?

Es posible que, en ese periodo, varias decenas de cartas se enviaran a la embajada de Nicaragua en Londres a nombre de Rubén Darío Contreras, y su contenido fue leído y luego archivado o destruido, de hecho ahora tenemos constancia de que sobres similares sobrevivieron y están en los archivos privados de la familia. Él que puede verse en la fotografía, fue devuelto al Banco Nacional y se conservó gracias a que allí había un coleccionista.

El sobre está ahora en la colección de don Arcenio López, un coleccionista radicado en Managua, con una fina intuición para elegir sus adquisiciones y que, en muy poco tiempo, está atesorando una de las más completas antologías sobre filatelia, numismática y notafilia, referidas a Nicaragua.