Los
sellos y matasellos se correspondían con la fecha del envío. El sobre tenía
impreso el membrete original del Banco Nacional. Se podía afirmar que había
sido circulado, ya que en el reverso puede verse el sello de entrada en
Inglaterra, apenas cinco días después de ser despachado en la Administración de
Correos en Managua. Por la disposición de los matasellos respecto a otros
elementos del sobre, es evidente que la carta fue enviada vía aérea, By North Atlantic Air Service, mientras el regreso lo
hizo vía marítima (ya era una carta devuelta a su origen, por lo que había perdido su carácter de urgencia), en un Clipper (embarcación a vela de formas alargadas y
estrechas, de tres o más mástiles, y caracterizada por su alta velocidad). Fue en Londres donde añadieron a máquina VIA CLIPPER.
El destinatario
es Rubén Darío Sánchez, el hijo que tuvo Darío con su compañera española
Francisca Sánchez. Se dirigen a él con el título de Ministro de Nicaragua en
Londres, radicado en el apartamento 58 de Chesterfield House, en Chesterfield
Garden, Londres.
En
ninguna biografía de Rubén Darío Sánchez consta que haya ostentado una
representación diplomática de Nicaragua. Ese era el primer dato que debía
contrastar. Con ese propósito consulté los archivos de la Asamblea Nacional,
que afortunadamente están digitalizados y son de acceso público. Si había
ostentado algún cargo diplomático tenía que haberse registrado el nombramiento
en la Gaceta oficial. Pero entre los años 1940 y 1948, año de su fallecimiento,
no había ningún registro que así lo atestiguara.
Indagué
entonces sobre la dirección en Londres, ya que cabía la posibilidad de que
todavía se mantuviera allí alguna sede diplomática de Nicaragua, tal vez un
consulado honorífico donde pudieran darme alguna razón. El edificio es un
inmenso inmueble de nueve plantas y más de 120 apartamentos, construido hacia
1938 en el lugar donde hubo antes un antiguo palacio londinense. En la
información disponible sobre el edificio no se hacía mención alguna sobre una sede diplomática.
Volví
a examinar las fotos, buscando algún pequeño detalle que en
anteriores exámenes me hubiera pasado desapercibido. El sobre estaba abierto
con un corte limpio a lo largo de la parte superior, el tipo de corte preciso
que produce un afilado abrecartas. También caí en la cuenta de que la dirección
estaba escrita de una sola vez con la misma máquina de escribir, salvo el
apellido Sánchez, que parecía añadido posteriormente, como si hubieran
vuelto a introducir el sobre en el rodillo de la misma máquina o de una
similar, a juzgar por el tipo de letra, aunque la cinta tenía menos tinta y el
volumen de las letras era más suave. Además, estaba claramente inclinado hacia
la derecha y en una composición irregular. Era como si, cuando mecanografiaron
el sobre, escribieron Sr. Rubén Darío, y luego alguien se dio cuenta de que no bastaba para identificar al destinario y añadieron posteriormente el
apellido Sánchez, sin advertir que éste había fallecido cuatro años
antes.
¿Y si
en realidad a quien iba dirigida la carta era a Rubén Darío Contreras, el primer hijo de Rubén?
Con ese
pensamiento en la mente y mucha fortuna en la búsqueda, encontré un artículo
publicado en el periódico colombiano El Sol, el 8 de junio de 2020. Se trataba
de una entrevista realizada por Carlos Javier Jarquín a uno de los bisnietos de
Rubén Darío, Martin Katz Darío, en la que refiriéndose a su abuelo Rubén Darío
Contreras, afirma literalmente “… siendo diplomático de Nicaragua en Argentina
y luego en Londres …”. También en la nota necrológica que publica el diario La Nación de Buenos Aires, donde falleció en 1970, se afirma que en 1940 fue nombrado ministro pleniponteciario de Nicaragua en Argentina, cargo que posteriormente ocupó en Chile a partir de 1948 y en Gran Bretaña desde 1952.
Había encontrado
un dato significativo, pero aún necesitaba algo más para confirmar mi
intuición.
Decidí
investigar las siglas C.M.U. que en la carta aparecen escritas a máquina debajo
del membrete del Banco Nacional de Nicaragua. Hallé que corresponden a la Compañía
Mercantil de Ultramar, creada en 1940 como oficina anexa del banco, una agencia
encargada de facilitar la exportación de productos nacionales. Hablé con Rubén Darío Lacayo, bisnieto por línea directa del eximio poeta y me confirmó que, entre los documentos que la familia guarda de su antepasado Rubén Darío Contreras, hay varios sobres similares.
Era el
momento de preguntar a don Santiago Fajardo cómo había llegado esa carta a sus
manos, sin advertirle previamente de lo que había descubierto, para no
contaminar su respuesta. “Hace cuarenta años que la tengo -me dijo- venía en un
abundante paquete de cartas que le compré a un tal Sr. Morales. Era un
coleccionista de edad avanzada que me los cedió a buen precio porque
desconfiaba del trato que sus hijos dispensarían a la colección cuando el
faltase y prefería dejarla a alguien que supiera apreciarla. Ya estaba
jubilado. Era contable de profesión y había trabajado casi toda su vida en el
Banco Nacional. Recuerdo que esa carta estaba entre otras muchas que tenían
como destinatario al banco y procedían de empresas comerciales radicadas en
América y Europa”.
Las piezas del rompecabezas empezaban a encajar. Definitivamente el sobre no era falso ni había sido manipulado. Al contrario, tenía una historia.
Mi teoría: La carta era una comunicación entre la oficina central de la Compañía Mercantil de Ultramar, con sede en Managua y la embajada de Nicaragua en Londres. El empleado que mecanografió el sobre no puso los dos apellidos y alguien posteriormente se tomó la libertad de corregirlo. Por el motivo que fuera asumió que iba dirigida al hijo de Darío, Rubén Darío Sánchez. Al llegar la carta a su destino en Londres, en lugar de aceptarla, escribieron “FALLECIDO” con un lápiz azul y la devolvieron sin abrir. Al regresar de nuevo la carta a Managua alguien comprobó en el Banco Nacional el motivo de la devolución y escribió con lápiz negro en la parte trasera del sobre: “murió 28 de julio 1948”. Abrió la carta, extrajo el contenido y guardó el sobre. Es probable que la afición del Sr. Morales por la filatelia fuera conocida por sus compañeros en el Banco (un coleccionista se hace notar por su búsqueda constante de artículos coleccionables) y ese sobre, ya sin valor alguno, llegara a sus manos, como lo hicieron muchos otros a lo largo de los años, y lo incorporó a su colección personal.
Esta es la explicación más sencilla que se me ocurre, pero poniendo un poco de imaginación se puede llegar a construir una historia rocambolesca. Porque en el recorrido que hizo la carta quedan por resolver un par de cuestiones de gran importancia. ¿Quién recibió la carta en la embajada de Nicaragua en Londres y por qué la devolvieron sin abrir? ¿Llegó a las manos de Rubén Darío Contreras? ¿Por qué en la embajada en Londres sabían que Rubén Darío Sánchez había fallecido? Tal vez la respuesta pueda hallarse en la entrevista, antes mencionada, que fue publicada por el diario El Sol. En ella Martín Katz Darío señala que su tía Eloísa Darío Basualdo era la asistente de su padre durante su estancia en Londres. ¿Sería ella quien recibió la carta y tomó la decisión de devolverla?
Es posible que, en ese periodo, varias decenas de cartas se enviaran a la embajada de Nicaragua en Londres a nombre de Rubén Darío Contreras, y su contenido fue leído y luego archivado o destruido, de hecho ahora tenemos constancia de que sobres similares sobrevivieron y están en los archivos privados de la familia. Él que puede verse en la fotografía, fue devuelto al Banco Nacional y se conservó gracias a que allí había un coleccionista.
El
sobre está ahora en la colección de don Arcenio López, un coleccionista
radicado en Managua, con una fina intuición para elegir sus adquisiciones y
que, en muy poco tiempo, está atesorando una de las más completas antologías
sobre filatelia, numismática y notafilia, referidas a Nicaragua.
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