En 1897 Darío regala el libro Prosas Profanas a Mima Grotkofsky, una joven a la que conoce en un baile de sociedad y que fallece poco después en extrañas circunstancias. El libro contiene una dedicatoria en la que parece haber un mensaje oculto.
En la novela “Una historia galante”, que puede encontrar en Amazon, en su versión digital, se cita el contenido de esta dedicatoria “Al concluir la asamblea, entre el verso casto y el afán temerario, clama el corazón lo que callan los labios” y se anima al lector a resolver el código encriptado en ella.Pero, si leyó la novela y por cualquier razón no descifró el código, a continuación se describe el proceso para resolverlo y la conclusión a la que he llegado:
Como sucede en cualquier proceso de investigación, con el propósito de limitar la búsqueda, se hace necesario partir de algunos supuestos lógicos. En este caso son dos: que la solución está en el propio libro de Prosas Profanas (de manera que se refiere a un grupo de versos dentro de un poema) y que la dedicatoria contiene las pistas necesarias para resolverlo.
Pareciera que las cuatro primeras palabras de la dedicatoria: "Al concluir la asamblea" están indicando de qué poema se trata, y el único poema del libro Prosas Profanas con el que concuerda esta frase es con el titulado "Ite, missa est". Es la forma empleada en la antigua Roma para despedir una asamblea. Mas tarde pasó a ser la manera en que concluye una misa, cuando el sacerdote proclama a la asamblea de fieles: Podéis iros, la misa ha terminado.
El lugar en que se encuentra el mensaje dentro del poema parece indicarlo en las siguientes palabras de la dedicatoria : "Entre el verso casto y el canto temerario". A modo tentativo podemos suponer que el poeta utiliza una clave numérica para marcar los límites del mensaje, "aquello que callan los labios". De ser así comienza en el verso cinco (casto tiene cinco letras) y termina en el verso nueve (temerario tiene nueve letras)
Por lo tanto, la frase completa nos dirige al poema Ite missa est, entre los versos 5 y 9.
Ojos de evocadora, gesto de profetisa,
en ella hay la sagrada frecuencia del altar:
su risa en la sonrisa de la Monna Lisa;
sus labios son los únicos labios para besar.
Y he de besarla un día con rojo beso ardiente
Estas son las palabras que Darío quería que Mima leyera. Si bien el poema está escrito antes de que el poeta conociera a la joven, por alguna razón debió preferir utilizarlo para dirigirse a ella, en lugar de escribir unos versos en la dedicatoria. Tal vez lo hizo para guardar la debida discreción que requería el caso.