Un amigo coleccionista, residente en Nicaragua, me envió un wasap con tres fotos: la portada de la primera edición del libro España contemporánea, encuadernado en tapa dura, la dedicatoria de Rubén Darío a su amigo Joaquín Sansón en la primera página, fechada en París en 1904, y la copia de la cédula de identidad de la poseedora del libro, Mª del Carmen Claramunt Sansón.
El libro es la recopilación de 42 crónicas que Darío fue publicando en el diario La Nación de Buenos Aires, y que constituyen una auténtica radiografía sobre la crisis de final de siglo vivida en España después de la derrota frente a los Estados Unidos y la consiguiente pérdida de sus últimas colonias de ultramar. El autor escribe sus impresiones de la España de fines del siglo XIX . Nos habla del comercio de libros, de los editores, de varias novelas y novelistas además de algunos poetas, de las tertulias, pero también dedica artículos a Galdós, al Rey, a los toros, a la Semana Santa, a la mujer española, a la España negra, e, incluso, hace un impresionante relato de una fiesta campesina. Con estas crónicas elaboró el libro España contemporánea, que publicó en 1901 en la editorial Garnier Hermanos de Paris.
El primer artículo narra su salida de Buenos Aires en el vapor que le llevará hasta Barcelona:
«En el mar» 3 de diciembre de 1898
"El agua glauca del río se va quedando atrás, y el barco entra al agua azul. Me encuentro trayendo a mi memoria reminiscencias de Childe Harold. Siento que estoy en casa propia; voy a España en una nave latina; a mi lado el sí suena. Sopla un aire grato que trae todavía el aliento de la Pampa, algo que sobre las olas conduce aún efluvios de esa grande y amada tierra".
(Las peregrinaciones de Childe Harold es un extenso poema narrativo dividido en cuatro cantos escrito por el autor inglés Lord Byron)
Por lo que se ve en las fotos, el libro mantiene su cubierta original, parece que el lomo está bien conservado y las hojas presentan el tostado típico del paso del tiempo. Habría que ver el libro para comprobar si tiene manchas en algunas hojas o está rozado.
Aun así, no es un libro que tenga una consideración especial dentro de la obra del poeta nicaragüense; y que, sin dedicatoria firmada, se puede adquirir en España, en una tienda de libros antiguos, por cuarenta dólares, muy lejos de los setecientos que se pagarían por un ejemplar de Prosas profanas o de Cantos de vida y esperanza en su primera edición.
Lo que preocupaba a mi
amigo, que estaba pensando en hacer una oferta, era saber si la dedicatoria era auténtica y que opinaba sobre el precio
de dos mil quinientos dólares que la dueña del libro estaba pidiendo por él.
Sus dudas eran razonables, considerando que tanto la firma como la letra de Darío son fáciles de falsificar. Algo que por desgracia es frecuente en Nicaragua, donde se ofrecen continuamente documentos del poeta, siendo un riesgo adquirirlos sin que hayan sido previamente certificados. Claro que, son pocos quienes en Nicaragua se atreven a validar la autenticidad de un documento escrito por Darío, entre ellos se cuentan algunos estudiosos de su obra, que sin ningún aval forense, porque se carece de medios para llevarlo a cabo, solo pueden establecer la verosimilitud del documento cuando el poseedor del mismo acredita su procedencia, demostrando una relación directa entre el homenajeado en la dedicatoria y el actual poseedor, de manera que se pueda establecer una trazabilidad del mismo; y aun así siempre advierten que su opinión con respecto a la originalidad del documento queda supeditada a que alguien pueda demostrar fehacientemente lo contrario.
Siguiendo ese mismo proceder, tratando de verificar la dedicatoria o descartarla, me di a la tarea de descubrir la relación que pudiera existir entre el poeta y el destinatario. En el Archivo Rubén Darío de la Universidad Complutense de Madrid y en la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes encontré varias cartas de 1907 dirigidas por Darío a Joaquín Sansón, que acreditan la relación amistosa entre ambos. También al examinar la tipografía de la letra en la dedicatoria se observa que se corresponde con la de las cartas originales de Darío. Por lo que, a primera vista, se podía pensar que la dedicatoria era auténtica.
Para contrastar algunos
datos me puse en contacto con la poseedora del libro a través del wasap. Me
contó que Joaquín Sansón era su bisabuelo y padre del embajador Justino
Sansón Balladares, quien en los años sesenta y setenta del siglo pasado dejó
medallones de bronce con la efigie de Darío en varias ciudades de España y
luego en muchos lugares de Nicaragua. Cuando le pregunté si tenía más libros o recuerdos de Darío
me dijo que era lo único que se había salvado en el terremoto que sacudió
Managua en 1972, pero que Darío solía enviar a su bisabuelo un libro firmado de cada uno que publicaba. De ser cierto, también era mala suerte que solo
se hubiera salvado ese libro.
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