viernes, 23 de febrero de 2018

Vázquez Díaz y la cabeza de Rubén Darío

Había entrado en aquella almoneda buscando libros antiguos, atraído por algunos ejemplares que estaban expuestos en el escaparate. El lugar se hallaba en una de las calles laterales que salen a la parte baja de la Ribera de Curtidores, en el viejo Rastro de Madrid. Pero al entrar a la tienda llamó mi atención un cuadro que estaba apoyado en el respaldo de una silla de terciopelo rojo, con la tela gastada por el roce. Parecía una de esas sillas que suele haber en los palcos de los teatros y el cuadro era un dibujo a carboncillo de la cabeza de Rubén Darío.

El dueño de la tienda, un hombre de baja estatura, barba blanca crecida y bien cuidada, con traje de corbata casi tan gastado como la silla, observó mi interés y guió mi atención ofreciéndome algunos datos.

“Es una litografía original de Vázquez Díaz. La hizo en 1912. Formaba parte de una serie destinada a la colección iconográfica "Hombres de mi tiempo". Todas van en pliegos de 55 x 44 cms (31 x 23,5 cm. el recuadro del retrato). La litografía estaba firmada en la misma plancha, como puede ver aquí –me señaló una inscripción a un lado del retrato en la que podía leerse Vázquez Díaz, Paris-. Este retrato ha sido reproducido en numerosas publicaciones. Además está firmada a lápiz por el pintor en un margen de la lámina. Es una belleza. Si le interesa está a muy buen precio”.

Era una belleza. Aunque el cristal estuviera rajado y el marco presentara múltiples raspaduras en la pintura y mordidas en la madera. Pero la lámina, enmarcada en paspartús, lucía limpia y clara. Por las explicaciones que me estaba dando deduje que el vendedor conocía bien el artículo y su valor.

“Se lo puedo dejar en 700 euros. Hace solo una semana que está en la tienda. Si lo doy a enmarcar de nuevo no lo venderé por menos de mil. Aquí se reúnen dos colosos del arte. Vazquez Díaz es uno de los doce pintores españoles más reconocidos y Rubén Darío es el más grande poeta contemporáneo en lengua española.”
Cualquier objeto cuenta una historia. Solo está esperando por alguien que quiera leerla. Y si ya tiene cien años y además relaciona a dos colosos del arte en español, entonces la historia alcanza el grado de esencial.
Daniel Vázquez Díaz y Rubén Darío se conocieron en la primavera de 1910, cuando ambos se encuentran una mañana en casa del escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo. Meses después Darío volvería a llamarle para ofrecerle una colaboración fija en la revista “Mundial”, de manera que en cada número se publicaría una cabeza dibujada por él y avalada por una semblanza escrita por el poeta nicaragüense. Así fueron publicándose las de Lugones, Amado Nervo, Enrique Larreta, Enrique Rodó, Marcos Avellaneda y algunas más, entre ellas la del propio Rubén Darío.
Mucho se ha escrito sobre el momento y la forma en que se realizó ese retrato; y cada autor aporta una variante de la historia. Si nos atenemos a la versión que da el propio Vázquez Díaz, en el artículo que publicó en el diario ABC, el 19 de octubre de 1956, las cosas sucedieron de la siguiente manera:
“Una mañana del invierno de 1911, me esperaba Rubén Darío en su Apartamento de la rue Herchelle, junto a la avenida del Observatorio. Me recibió el poeta en un saloncito pequeño, amueblado al estilo francés. Estaba tocado con una boina de terciopelo negro y me dio la sensación de un gigante que hubiera dibujado el mismo Holbein. Su corpulenta figura, de pie en aquella pequeña estancia, ya se había adentrado en mí, y la impresión de lo gigantesco se afirmaba cada vez más. Aquella mañana dibujé el primer retrato, el de la boina de terciopelo, hoy tan conocido, y el pequeño Darío, su hijo de diez años entonces*, no se separó un instante de mi lado, embebido y curioso por ver las faenas gestoras de un retrato.
En las tres horas que aproximadamente duró aquella sesión, su fiel y amada compañera, Francisca Sánchez, entraba en la salita de vez en vez, también curiosa como su hijo por ver el retrato terminado, y con la esperanza de que yo conociera su pueblecito abulense para hablar de España, tantos años ausente”.
Los redactores de Mundial insertaron, algunos meses después, este retrato en la sección “Cabezas”, acompañada de un esbozo literario de Gómez Carrillo. Era aquel el No 16 de la revista, y la página 319 del volumen III (Agosto de 1912).


Referencias:
Daniel Vázquez Díaz (1882 –1969) es un pintor que, en su madurez artística, utiliza la morfología del cubismo, sin embargo su pintura es tremendamente realista, caracterizada por el uso de colores sobrios y grises, y por lo vigoroso de sus planos. Estas características transmiten una especial solemnidad a su obra.
Diario ABC, 19 de octubre de 1956. “¿Por qué pinté a Rubén Darío vestido de monje?”. Daniel Vázquez Díaz.
*El hijo de Darío tenía entonces cuatro años de edad, y no diez como señala el artículo.
Un ejemplar de esta litografía original se encuentra en la colección del escritor mexicano Alfonso Reyes.

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