Había entrado en aquella
almoneda buscando libros antiguos, atraído por algunos ejemplares que estaban
expuestos en el escaparate. El lugar se hallaba en una de las calles laterales
que salen a la parte baja de la Ribera de Curtidores, en el viejo Rastro de
Madrid. Pero al entrar a la tienda llamó mi atención un cuadro que estaba
apoyado en el respaldo de una silla de terciopelo rojo, con la tela gastada por
el roce. Parecía una de esas sillas que suele haber en los palcos de los
teatros y el cuadro era un dibujo a carboncillo de la cabeza de Rubén Darío.
El dueño de la tienda, un
hombre de baja estatura, barba blanca crecida y bien cuidada, con traje de
corbata casi tan gastado como la silla, observó mi interés y guió mi atención
ofreciéndome algunos datos.
“Es una litografía original
de Vázquez Díaz. La hizo en 1912. Formaba parte de una serie destinada a la
colección iconográfica "Hombres de mi tiempo". Todas van en pliegos
de 55 x 44 cms (31 x 23,5 cm. el recuadro del retrato). La litografía estaba
firmada en la misma plancha, como puede ver aquí –me señaló una inscripción a
un lado del retrato en la que podía leerse Vázquez Díaz, Paris-. Este retrato
ha sido reproducido en numerosas publicaciones. Además está firmada a lápiz por
el pintor en un margen de la lámina. Es una belleza. Si le interesa está a muy
buen precio”.
Era una belleza. Aunque el
cristal estuviera rajado y el marco presentara múltiples raspaduras en la pintura y mordidas en la madera. Pero la lámina, enmarcada en paspartús, lucía
limpia y clara. Por las explicaciones que me estaba dando deduje que el
vendedor conocía bien el artículo y su valor.
“Se lo puedo dejar en 700
euros. Hace solo una semana que está en la tienda. Si lo doy a enmarcar de
nuevo no lo venderé por menos de mil. Aquí se reúnen dos colosos del arte.
Vazquez Díaz es uno de los doce pintores españoles más reconocidos y Rubén
Darío es el más grande poeta contemporáneo en lengua española.”
Cualquier objeto cuenta una historia. Solo
está esperando por alguien que quiera leerla. Y si ya tiene cien años y además relaciona
a dos colosos del arte en español, entonces la historia alcanza el grado de
esencial.
Daniel Vázquez Díaz y Rubén Darío se
conocieron en la primavera de 1910, cuando ambos se encuentran una mañana en
casa del escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo. Meses después Darío
volvería a llamarle para ofrecerle una colaboración fija en la revista
“Mundial”, de manera que en cada número se publicaría una cabeza dibujada por
él y avalada por una semblanza escrita por el poeta nicaragüense. Así fueron
publicándose las de Lugones, Amado Nervo, Enrique Larreta, Enrique Rodó, Marcos
Avellaneda y algunas más, entre ellas la del propio Rubén Darío.
Mucho se ha escrito sobre el momento y la
forma en que se realizó ese retrato; y cada autor aporta una variante de la
historia. Si nos atenemos a la versión que da el propio Vázquez Díaz, en el
artículo que publicó en el diario ABC, el 19 de octubre de 1956, las cosas
sucedieron de la siguiente manera:
“Una mañana del
invierno de 1911, me esperaba Rubén Darío en su Apartamento de la rue
Herchelle, junto a la avenida del Observatorio. Me recibió el poeta en un
saloncito pequeño, amueblado al estilo francés. Estaba tocado con una boina de
terciopelo negro y me dio la sensación de un gigante que hubiera dibujado el
mismo Holbein. Su corpulenta figura, de pie en aquella pequeña estancia, ya se
había adentrado en mí, y la impresión de lo gigantesco se afirmaba cada vez
más. Aquella mañana dibujé el primer retrato, el de la boina de terciopelo, hoy
tan conocido, y el pequeño Darío, su hijo de diez años entonces*, no se
separó un instante de mi lado, embebido y curioso por ver las faenas gestoras
de un retrato.
En las tres horas que
aproximadamente duró aquella sesión, su fiel y amada compañera, Francisca
Sánchez, entraba en la salita de vez en vez, también curiosa como su hijo por
ver el retrato terminado, y con la esperanza de que yo conociera su pueblecito
abulense para hablar de España, tantos años ausente”.
Los redactores de Mundial insertaron, algunos
meses después, este retrato en la sección “Cabezas”, acompañada de un esbozo
literario de Gómez Carrillo. Era aquel el No 16 de la revista, y la página 319
del volumen III (Agosto de 1912).
Referencias:
Daniel Vázquez Díaz (1882 –1969)
es un pintor que, en su madurez artística, utiliza la morfología del cubismo,
sin embargo su pintura es tremendamente realista, caracterizada por el uso de
colores sobrios y grises, y por lo vigoroso de sus planos. Estas
características transmiten una especial solemnidad a su obra.
Diario ABC, 19 de octubre de 1956.
“¿Por qué pinté a Rubén Darío vestido de monje?”. Daniel Vázquez Díaz.
*El hijo de Darío tenía entonces
cuatro años de edad, y no diez como señala el artículo.
Un ejemplar de esta litografía
original se encuentra en la colección del escritor mexicano Alfonso Reyes.
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