domingo, 29 de enero de 2023

Rubén Darío en los tangos de Carlos Gardel

 

A finales del siglo XIX, los primeros tangos eran ejecutados en “las academias de baile”, que eran una tapadera para las casas de citas, y sus letras eran de carácter pícaro y alegre, muy primarias, de contenido grotesco y desconsideradas hacia la mujer, sin gran despliegue musical. Algo que cambiaría hacia 1915, cuando empezó a ser adoptado por las clases medias y altas de Buenos Aires y se produjo una evolución tanto en la instrumentación como en la letra, en especial por el influjo que sobre los compositores ejercían las obras de autores de primera línea como fue el caso de Rubén Darío, el más importante poeta del Modernismo. Para los tangueros, Darío es "Rubén", lo que apunta al afecto que el nicaragüense suscitaba entre los autores de tango.

Es de resaltar la contribución de la lírica dariana al lenguaje poético del tango, ya que aportó a la letra de las canciones reminiscencias de lugares exóticos, una desbordante sensualidad poética y algunas fantasías visuales, algo que puede verse de manera especial en la obra de Enrique Cadícamo, uno de los letristas más relevantes e importantes del tango, quien hizo un uso destacado de poemas, motivos e, incluso, personajes que aparecían en la obra de Rubén, como sucedió con la «Sonatina» o «Era un aire suave…», además de que existe una clara afinidad entre la estrofa rubeniana y la de Cadícamo, ambas basadas en el rigor métrico y la clave sonora, que aportan al tango su dimensión poética y evocadora.

Incluso en la célebre canción que compuso para Carlos Gardel “La novia ausente”, incluye los primeros versos del poema la Sonatina, lo que puede considerarse como una clara muestra de admiración y reconocimiento hacia el nicaragüense. 

 La novia ausente: (1933) Letra de Enrique Cadícamo. Música de Guillermo Barbieri

Íbamos del brazo y tú suspirabas
Porque muy cerquita te decía: "mi bien"
¿Ves como la luna se enreda en los pinos
Y su luz de plata te besa en la sien?

Al raro conjuro de noche y reseda
Temblaban las hojas del parque también
Y tú me pedías que te recitara
Esta sonatina que soñó Rubén

La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa
Que ha perdido la risa, que ha perdido el color
La princesa está pálida en su silla de oro
Está mudo el teclado de su clave sonoro
Y en mi vaso, olvidada, se desmaya una flor

¿Qué duendes lograron lo que ya no existe?
¿Qué mano huesuda fue hilando mis males?
¿Y qué pena altiva hoy me ha hecho tan triste?
Triste como el eco de las catedrales

Ah, ya sé, ya sé, fue la novia ausente
Aquella que cuando estudiante me amaba
Que al morir, un beso le deje en la frente
Porque estaba fría, porque me dejaba

Al raro conjuro de noche y reseda
Temblaban las hojas del parque también
Y tú me pedías que te recitara
Esta sonatina que soñó Rubén

Pero no solo Cadícamo se sintió cautivado por la poesía de Rubén Darío, también Claudio Frollo, al componer para Carlos Gardel, con música de Carlos Vicente Geroni, el tango “Solo se quiere una vez”, hacia 1930, incluyó en la letra parte del poema “Canción de otoño en primavera”

 Sólo se quiere una vez

No quise creer que fueras la misma de antes
La chica de la tienda, "La Parisienne"
Mi novia más querida cuando estudiante
Que incrédula decía los versos de Rubén

Juventud, divino tesoro
Te fuiste para no volver
Cuando quiero llorar no lloro
Y a veces lloro sin querer

Resuelto corrí a tu lado
Dándome cuenta de todo
Quería besar tus manos
Reconquistar tu querer

Comprendiste mi tortura
Y te alejaste sonriendo
Fue tu lección más profunda
¡Sólo se quiere una vez!

 
También hay resonancias de La Sonatina en otros tangos, como es el caso de “La percanta está triste”, letra de Vicente Greco y música de Julián Porteño.
 Para entender esta influencia de la Sonatina en los textos de los autores de tango hay que considerar que en la Argentina de los años veinte lo difícil era que alguien no conociera el poema, ya que estaba en todas la antologías publicadas y se recitaba una y otra vez en las fiestas y celebraciones escolares.

La percanta está triste
¿qué tendrá la percanta?
En sus ojos hinchados
se asoma una lágrima,
rueda y se pianta.
La percanta está triste,
no hace más que gemir...
Ya no ríe, no baila, ni canta
y la pobre percanta
no puede dormir...

De su cara rosada
se ha piantado el color
y ha quedado marchita
como pálida flor.
Sus ojazos no brillan
han perdido el fulgor
y sus labios de fuego
ya no tienen calor...

Otra mina más papa
al bacán le quitó
y la pobre percanta
amurada quedó.
La percanta está triste
y no puede vivir...
Su dolor es tan grande y profundo
que esgunfia del mundo...
se quiere escurrir.

 En resumen, el rigor métrico y la clave sonora de la poesía de Rubén Darío aportaron al tango elegancia, fantasía y sonoridad, mientras que la globalización del tango ayudó a extender la fama y el reconocimiento del poeta nicaragüense.

lunes, 2 de enero de 2023

Un libro dedicado por Rubén Darío

     Un amigo coleccionista, residente en Nicaragua, me envió un wasap con tres fotos: la portada de la primera edición del libro España contemporánea, encuadernado en tapa dura, la dedicatoria de Rubén Darío a su amigo Joaquín Sansón en la primera página, fechada en París en 1904, y la copia de la cédula de identidad de la poseedora del libro, Mª del Carmen Claramunt Sansón. 

El libro es la recopilación de 42 crónicas que Darío fue publicando en el diario La Nación de Buenos Aires, y que constituyen una auténtica radiografía sobre la crisis de final de siglo vivida en España después de la derrota frente a los Estados Unidos y la consiguiente pérdida de sus últimas colonias de ultramar. El autor escribe sus impresiones de la España de fines del siglo XIX . Nos habla del comercio de libros, de los editores, de varias novelas y novelistas además de algunos poetas, de las tertulias, pero también dedica artículos a Galdós, al Rey, a los toros, a la Semana Santa, a la mujer española, a la España negra, e, incluso, hace un impresionante relato de una fiesta campesina. Con estas crónicas elaboró el libro España contemporánea, que publicó en 1901 en la editorial Garnier Hermanos de Paris. 

El primer artículo narra su salida de Buenos Aires en el vapor que le llevará hasta Barcelona: 

«En el mar»    3 de diciembre de 1898

"El agua glauca del río se va quedando atrás, y el barco entra al agua azul. Me encuentro trayendo a mi memoria reminiscencias de Childe Harold. Siento que estoy en casa propia; voy a España en una nave latina; a mi lado el  suena. Sopla un aire grato que trae todavía el aliento de la Pampa, algo que sobre las olas conduce aún efluvios de esa grande y amada tierra".

(Las peregrinaciones de Childe Harold es un extenso poema narrativo dividido en cuatro cantos escrito por el autor inglés Lord Byron)

Por lo que se ve en las fotos, el libro mantiene su cubierta original, parece que el lomo está bien conservado y las hojas presentan el tostado típico del paso del tiempo. Habría que ver el libro para comprobar si tiene manchas en algunas hojas o está rozado.

Aun así, no es un libro que tenga una consideración especial dentro de la obra del poeta nicaragüense; y que, sin dedicatoria firmada, se puede adquirir en España, en una tienda de libros antiguos, por cuarenta dólares, muy lejos de los setecientos que se pagarían por un ejemplar de Prosas profanas o de Cantos de vida y esperanza en su primera edición. 

Lo que preocupaba a mi amigo, que estaba pensando en hacer una oferta, era saber si la dedicatoria era auténtica y que opinaba sobre el precio de dos mil quinientos dólares que la dueña del libro estaba pidiendo por él.

Sus dudas eran razonables, considerando que tanto la firma como la letra de Darío son fáciles de falsificar. Algo que por desgracia es frecuente en Nicaragua, donde se ofrecen continuamente documentos del poeta, siendo un riesgo adquirirlos sin que hayan sido previamente certificados. Claro que, son pocos quienes en Nicaragua se atreven a validar la autenticidad de un documento escrito por Darío, entre ellos se cuentan algunos estudiosos de su obra, que sin ningún aval forense, porque se carece de medios para llevarlo a cabo, solo pueden establecer la verosimilitud del documento cuando el poseedor del mismo acredita su procedencia, demostrando una relación directa entre el homenajeado en la dedicatoria y el actual poseedor, de manera que se pueda establecer una trazabilidad del mismo; y aun así siempre advierten que su opinión con respecto a la originalidad del documento queda supeditada a que alguien pueda demostrar fehacientemente lo contrario.

Siguiendo ese mismo proceder, tratando de verificar la dedicatoria o descartarla, me di a la tarea de descubrir la relación que pudiera existir entre el poeta y el destinatario. En el Archivo Rubén Darío de la Universidad Complutense de Madrid y en la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes encontré varias cartas de 1907 dirigidas por Darío a Joaquín Sansón, que acreditan la relación amistosa entre ambos. También al examinar la tipografía de la letra en la dedicatoria se observa que se corresponde con la de las cartas originales de Darío. Por lo que, a primera vista, se podía pensar que la dedicatoria era auténtica.

Para contrastar algunos datos me puse en contacto con la poseedora del libro a través del wasap. Me contó que Joaquín Sansón era su bisabuelo y padre del embajador Justino Sansón Balladares, quien en los años sesenta y setenta del siglo pasado dejó medallones de bronce con la efigie de Darío en varias ciudades de España y luego en muchos lugares de Nicaragua. Cuando le pregunté si tenía más libros o recuerdos de Darío me dijo que era lo único que se había salvado en el terremoto que sacudió Managua en 1972, pero que Darío solía enviar a su bisabuelo un libro firmado de cada uno que publicaba. De ser cierto, también era mala suerte que solo se hubiera salvado ese libro.

Otro aspecto a considerar a la hora de fijar un precio, es que no hay mucho mercado para las ediciones príncipe de Darío, ya que son valoradas por los bibliófilos en apenas cuatro países: Nicaragua, donde hay poco poder adquisitivo (algunos nicaragüenses radicados en los Estados Unidos son quienes suelen adquirir estos ejemplares dedicados), España, Argentina y Chile.

El precio que pedía me pareció excesivo, y así se lo hice saber tanto a mi amigo coleccionista como a la poseedora del libro, que se mostraba abierta a negociarlo. Es difícil valorar una dedicatoria firmada, no hay criterios objetivos y depende de lo que el comprador esté dispuesto a pagar. Habría que considerar la relevancia del texto en la dedicatoria, que en este caso es sencillo, casi de ocasión, así como el papel histórico de la persona a la que va dirigida, que no es alguien significativo, aunque las cartas existentes que le dirigió Darío le concedan cierta importancia
.
      Será difícil que encuentre un comprador que se acerque a los dos mil quinientos dólares que está pidiendo, pero si en algún lugar puede hallarlo es en Nicaragua, donde en la actualidad ha surgido un grupo de coleccionistas decididos a reivindicar la historia del país y de manera singular la obra de Rubén Darío. El problema es que son libros muy delicados, por las características del papel y el efecto que tiene el clima húmedo y cálido del trópico sobre las hojas, eso hace que se requieran unos medios de conservación de los que solo un bibliófilo suele disponer.